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El Patio de los Leones, la imagen más conocida de la Alhambra, ha sido sometida a constantes cambios a lo largo de la historia, que respondían al capricho o gusto de los tiempos. La dirección del monumento nazarí lanza a la opinión pública el debate sobre la sustitución de los leones originales por una copia. Un nuevo cambio para un espacio que ha sido sometido a constantes modificaciones desde los orígenes del mismo Patio de los Leones. El documento más exacto sobre el estado inicial de la fuente se encuentra en su misma taza, en los versos escritos por Ibn Zamrak. En cuanto a los leones, en blanco mármol de Macael, las teorías sobre su significado son muy variadas. El origen de estas esculturas sigue siendo un misterio que se debate entre los siglos IX al XIV, y su autoría se halla entre los artistas judíos y los artesanos nazaríes.
La teoría sobre el origen judío de las piezas se fundamenta en el hallazgo de una poesía en alabanza a Samuel ibn Nagrella, con referencias a la magnificencia de su palacio, del que ya se tenían noticias por las memorias del rey zirí Abd Allah, aunque según el especialista Jesús Bermúdez Pareja, «esa Alhambra judía del siglo IX resultaba increíble, ya que en la Alhambra palatina actual jamás se encontró nada ligado a su suelo anterior al siglo XIII».
Pero cabe la posibilidad de que cuando se inicia la construcción de la Alhambra, en ese mismo espacio quedaran las ruinas promovidas por la gran hecatombe judía, alentada por las intrigas cortesanas del momento. También es posible una Alhambra de Ibn Nagrella sobre la colina de la al-Sabika, que el ministro judío dejó dentro de la Granada levantada bajo su gobierno.
Doce leones
En ese mismo espacio estuvo el palacio de Badis, uno de sus ministros, pero la mayoría de las obras de Badis se hallan en lo que actualmente llamamos Albaicín, como el Puente del Cadí. Según Bermúdez Pareja, «de las ruinas del palacio de Ibn Nagrella, donde la citada poesía dice que había una fuente con doce leones, pudo salir la Fuente de los Leones de Muhammad V».
«Sería una fuente -escribe el especialista- judeo-musulmana, quizá de ablución por su forma de artesa, con lados planos inclinados en vez de la curva lisa o lobulada del contorno habitual de las fuentes de los palacios musulmanes».
Para Bermúdez Pareja, «tal vez evocaba el Mar de Bronce de Jerusalén, pero con los doce leones de Judá en lugar de los toros de Salomón». Posteriormente, alguien asignó a la fuente función similar a la de un reloj de sol, por la posibilidad de que los doce leones señalaran las doce horas, para facilitar la ablución ritual.
La teoría judía sobre el origen de las esculturas de la Alhambra ha sido nuevamente defendida en una de las últimas investigaciones realizadas. El especialista judío Raymond P. Scheindlin, señala que en el siglo XI se pusieron de moda en la zona mediterránea las fuentes con esculturas de animales en las casas de los poderosos.
Scheindlin defiende su hipótesis a través de los poemas del también judío Ibn Gabirol, del siglo XI. De este modo los leones responden a esa tendencia, que ya existía anteriormente desde el siglo IX. La tesis de Scheindlin acaba con las teorías que defienden el origen bizantino de las esculturas alhambreñas, ya que los leones responderían a una moda musulmana existente en Al-Andalus.
La teoría musulmana indica que los doce leones simbolizan los doce imanes o jalifas de la descendencia del profeta (BPD), a los cuales éste se refirió en firmes tradiciones. El agua que brota de los leones surtidores es la misericordia divina que se derrama de los imanes sobre la humanidad. Esta teoría choca con las reticencias islámicas a la imaginería e iconografía, ya que la vida sólo puede darla Alá tanto a las personas como a los animales, y las esculturas aparecidas en el arte islámico representan seres imaginarios y nunca reales.
Muhammad V, como creador del palacio, es el primero que inicia los cambios a las leoninas figuras. Instaló una taza con la vieja silueta enguirnaldada por Ibn Zamrak con las flores poéticas de la corona epigráfica y las cintas entrelazadas que la completan.
Los Reyes Católicos, pese a su deseo de preservar la Alhambra, implantaron el concepto castellano del agua, un nuevo tratamiento que se distanciaba del musulmán. Las fuentes musulmanas nunca pretendieron tener la elevación de las occidentales y si el perfil medieval de la de los leones, aunque tiende al tipo de fuente baja, como oriental, no adopta por completo el esquema conocido de las fuentes musulmanas granadinas, obedece a ser fuente de ablución.
Varias restauraciones
La elevación de la taza supuso la occidentalización de la fuente. Innecesaria para el proceso de ablución, fue alzada sobre los leones e inutilizada para su función primera, en busca de la mayor vistosidad que el occidental encuentra en las tazas de fuentes elevadas. Será la única fuente elevada de la Alhambra.
La transformación a esta nueva estética occidental obligó a mutilar el vástago de los surtidores de la taza inferior. La fuente quedó casi totalmente barroquizada con múltiples surtidores de caudal, impulso y dirección diferentes a la original.
Tras esta 'occidentalización' de la Fuente de los Leones, sufrió nuevas restauraciones o limpiezas a fondo, como la llevada a cabo por Alonso de Mena en 1624, con motivo de la visita a la ciudad de Felipe IV y la que se hizo en 1838 con motivo de la colocación de un nuevo surtidor. En el siglo XIX, los especialistas Gómez Moreno y Contreras defenderán el regreso de la fuente a su estado medieval o nazarí, o sea una sola taza de la fuente descansando sobre los leones. Tras varios intentos de restitución del estado original, según los estudios históricos y documentales, en la segunda quincena de agosto de 1945 se inicia una primera intervención en la que se toman notas y fotografías, por precaución se elevó la taza inferior y quedó aplazada la tercera etapa del proceso. El 9 de julio de 1966, por orden superior, la fuente fue restituida al esquema que tuvo desde el siglo XIV hasta mediados del siglo XVI, con la diferencia de que ninguna pieza de la fuente ha sido modificada en lo más mínimo y que todos los elementos desmontados se conservan.
Agrupados por parejas
Las intervenciones lo que demostraban es que la Fuente de los Leones había sido perturbada por la incorporación de elementos extraños e innecesarios, montados con criterio diferente al de los nazaríes.
La reciente limpieza y restauración de uno de los leones, el llamado número cuatro, pone al descubierto detalles sobre su historia y función. En primer lugar lo excesivo de los detalles aparecidos en la escultura, como las uñas, rabo y dedos de los pies, contradice la simplicidad islámica, que debido a la norma del Islam de no representar animales o personas reales sería de obligado cumplimiento. Los leones quedan perfectamente perfilados.
Los especialistas también advierten el interés por el detalle del artesano al destacar que para esculpir los leones se eligió una veta especial de mármol, de manera que resaltara el volumen, como es el caso del denominado 'jamón del león'. Este detalle sorprende también por su rareza.
Otra cuestión relevante es el hecho de que los leones estén agrupados por parejas de dos, lo que enlazaría a las esculturas con las mitologías e iconografías de la dualidad, de lo femenino y lo masculino, y por lo tanto también con la tradición clásica.
De la etapa barroquista
Lo más destacable, tras la restauración de una de las piezas, es que los leones no son figuras tan hieráticas como se creía y que el artesano -un escultor era considerado por la cultura islámica como un artista menor- multiplicó su trabajo para elaborar los leones. Al margen de que la posible fecha de realización de las esculturas, los leones, por su estilo descubierto en la actualidad, se corresponderían con la etapa barroquista del monumento, periodo que se corresponde con el reinado de Muhammad V, quien construyó el palacio en el siglo XIV.
Los resultados de la restauración de la pieza número cuatro obligan a los investigadores a revisar la iconografía de la Alhambra. Nuevas incógnitas sobre unas de las piezas más conocidas del mundo, pero cuyo origen aún guarda muchos misterios.
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Patio de los Leones