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El Generalife, Yannat al-Arif o «jardín del arquitecto» debió ser la finca más destacada de las que se extendían por los aledaños de la Alhambra. Trono de la Alhambra la llama Ibn Zamrak, el gran poeta en la Granada de Mohamed V. La primera referencia sobre ella aparece en la Ihata de Ibn al-Jatib, el cual la incluye entre las diecisiete huertas pertenecientes al Patrimonio Real, destacando de ella la frondosidad de sus árboles, que no dejaban penetrar los rayos del sol, y el encanto y frescor de sus aguas y aire fresco.
Tuvo el Generalife en la Edad Media de Al-Andalus al menos dos puertas exteriores. Una, en la Cuesta de los Chinos, que enlazaba con la fortaleza de la Alhambra. La otra puerta exterior estuvo situada en el lugar conocido modernamente como la Mimbre. Esta entrada ha sufrido numerosas transformaciones, la principal de ellas la creación de un amplio Paseo de Cipreses, reformado en 1862 para la visita de la reina Isabel II.
Se pasa al Patio del Ciprés de la Sultana, escenario de imaginarias leyendas amorosas, que tienen un carácter muy diferente al hispanomusulmán. Una fuente, rodeada por una alberca en forma de «U», provista de surtidores, de época barroca, centra el Patio al que abre una galería a modo de cenador con planta superior, construida entre 1584 y 1586.
El jardín árabe manifiesta el anhelo por el Paraíso mahometano. La vida del musulmán está ligada a la idea que tiene del paraíso, imaginado como un jardín, un lugar de delicias y placeres donde podrá alcanzar la completa satisfacción de sus anhelos.
Los jardines de la Alhambra simbolizan la culminación de una larga tradición de jardines y haciendas ajardinadas que comenzó en Córdoba a mediados del siglo VIII. Dado que la economía del mundo islámico medieval se basaba casi por entero en la agricultura, los cambios agrícolas tuvieron una profunda repercusión en al-Andalus. Todo esto se tradujo en una nueva habitabilidad del paisaje, con ramificaciones en el diseño de jardines
El Patio de los Arrayanes o Patio de Comares. Levantado en parte sobre edificaciones anteriores, se llevó a cabo bajo el sultanato de Yusuf I (1333-1354) y El Patio de los Leones, mandado construir por Muhammad V en el siglo XIV, recibe su nombre de la célebre fuente con pila de mármol, sostenida por doce leones.
El Patio de Lindaraja, clausurado por la construcción de las habitaciones en que se estableció la residencia del Emperador Carlos V, y que posteriormente habían de ser habitadas por Washington Irving y el Jardín de Daraxa remozado en el siglo XVI, es el que mejor responde a la idea de jardín cerrado como lugar de encantos y delicias. Tiene el marcado y sobrio estilo de los patios toledanos, con su galería tan castellana, de postes y zapatas.
El estanque del Partal refleja en sus quietas aguas dos leones de mármol. Este estanque con su jardín presenta un bello pabellón cuya fachada se refleja en el estanque. Es una arquitectura totalmente abierta, donde sobresalen las techumbres de madera y los azulejos de la estancia interior.
Historiador y Paisajista. Investigación y docencia en Historia del Arte, Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia del Arte del Jardín y Paisajismo.