El Darro transforma sus casas viejas en un selecto eje hostelero

El eje Plaza Nueva-Carrera del Darro-Paseo de los Tristes es el eje de los suspiros. '¿Quién pudiera levantarse por la mañana con estas vistas!'. Una cierta tranquilidad, Albaicín en estado puro y la Alhambra al alcance de la mano. Ese es el escenario que cautiva. Un entorno que ahora está más al alcance de propios y turistas gracias a la proliferación de 'hoteles con encanto' que jalonan una de las zonas más auténticas de la capital.

La Carrera del Darro está viviendo una lenta revolución. Casas moriscas, corralas o antiguos palacetes que hace unas décadas estaban abocados al derrumbe se llenan ahora a diario de turistas, sobre todo europeos, que pagan lo que sea por darse una ducha con vistas a la Alhambra. Estos establecimientos hosteleros son la guinda a una rehabilitación en la que llevan empeñados vecinos y autoridades varias décadas.

Esta actividad ha llenado las callejuelas albaicineras de turistas y ha servido para cambiar la cara de algunos edificios que estaban en estado de ruina en tan sólo un lustro. Y el proceso que han seguido la mayoría de establecimientos ha sido muy similar.

El encanto de estos hoteles reside precisamente en los siglos que soportan sus paredes. Inmuebles históricos y catalogados con más de cuatrocientos años en todos los casos. La Casa de los Migueletes, Casa del Capitel Nazarí, Palacio de Santa Inés, Carmen de Santa Inés, El Ladrón de Agua, o la Casa Morisca son ahora los nombres de esos pequeños hoteles que ofrecen un servicio más íntimo y personal sin renunciar a muchas de las comodidades de las grandes cadenas.

El proceso de rehabilitación ha sido de varios años en todos los casos y la mayoría han acometido las obras casi sin subvenciones o ayudas. Actualmente no llegan a la decena el tipo de estos establecimientos, pero desde el Ayuntamiento señalan que hay bastantes licencias solicitadas a Urbanismo para poner en marcha negocios similares. El fenómeno, que es muy reciente, ha generado altas expectativas por la buena aceptación entre los visitantes.

Pero la posibilidad de que el negocio se extienda demasiado preocupa a los vecinos. 'Esta actividad es muy positiva siempre que se mantenga un volumen mediano. Pero si crece sin control, puede desembocar en un proceso de despoblación de la zona', advierte Manuel Navarro, presidente de la Asociación de Vecinos del Bajo Albaicín.

Para Navarro, 'es digno de tener en cuenta la rehabilitación que se ha hecho de muchos edificios', pero no deja de señalar su preocupación por el hecho de que la llegada de esta 'población de paso' que son los clientes de los hoteles, acabe desplazando a los vecinos de toda la vida. 'Hay que buscar la forma de que convivan las dos posibilidades, planificando el crecimiento de esta actividad', es la petición de la asociación de vecinos, que ya ha visto desaparecer pequeños comercios tradicionales de la zona, como droguerías o tiendas de comestibles.

Una de las claves de este proceso es el elevado coste de la rehabilitación de los inmuebles. 'Los empresarios que se lanzan a esta actividad pueden pagar más que los vecinos, y si no se pone freno, puede llegar a ser un barrio muerto y hay que tener en cuenta que los vecinos también son Patrimonio de la Humanidad', advierte el presidente de la institución.

Lanzarse a montar un hotel de estas características no es sinónimo de éxito seguro. En su contra, además de un largo proceso de rehabilitación, tienen cuestiones como la dificultad para acceder hasta esta zona del casco antiguo y la inseguridad ciudadana. En algunos casos, los propietarios han llegado a un acuerdo con el área de Tráfico del Ayuntamiento y obtienen permiso para pasar por las pilonas de Plaza Nueva, como es el caso del hotel Ladrón de Agua. Pero es una suerte que no todos tienen. 'Nosotros les indicamos dónde hay un aparcamiento público y les pagamos el taxi desde allí hasta el hotel', explica Ana Raczkowski, recepcionista del hotel Casa de los Migueletes.

En cuanto a los problemas de inseguridad, las quejas son unánimes. 'Hace cosa de un mes tuvimos atracos y tirones casi a diario', explica José Luis Cortés, de la recepción de hotel Carmen de Santa Inés. Y la queja se extiende por la poca presencia de la Policía Local, que según los responsables, no acuden por la zona, ni siquiera cuando los llaman.

De hecho, según comentan los vecinos, la llegada de los turistas atrae a los delincuentes hacia el entorno hostelero y deja algo más tranquilas las zonas residenciales.

En cuanto al perfil de los clientes de este tipo de 'hoteles con encanto', suele seguir unos patrones comunes. 'Nuestros clientes son los pasajeros de vuelos baratos pero no son mochileros', según Ana Raczkowski. 'Gastan menos en el avión y pueden permitirse coger un hotel un poco más caro'.

El principal motivo para desplazarse a la ciudad suele ser la Alhambra y la estancia media está entre una y dos noches.

'Vienen muchas parejas maduras aunque también hay jóvenes que no dudan en pagar lo que sea. Los extranjeros son sobre todo ingleses aunque en verano vienen muchos italianos y durante los puentes y festivos la clientela pasa a ser española', afirma Lorena Martín, recepcionista de la Casa del capitel nazarí.

Todos los hoteles que se han ubicado en esta zona son de tres estrellas y sus precios oscilan entre los 70 y 100 en temporada baja (ahora mismo) y los 130-190 que alcanzan en temporada alta. Los propietarios de estos inmuebles son la mayoría nacionales aunque no todos se dedican al mundo hostelero.