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El baño árabe o hammam tiene su origen en los baños griegos y romanos que los conquistadores árabes encontraron en Siria.
Los árabes adaptaron y dotaron al baño de significado religioso y se hizo frecuente que fuese un anexo a la mezquita para cumplir con las leyes islámicas de higiene y purificación.
Mientras que los baños romanos eran grandes edificios, los árabes preferían tener pequeños baños en muchos puntos de la ciudad. En ambos casos se convirtieron también en lugares de socialización.
Actualmente existen en Granada varios establecimientos que rescatan la tradición del hammam como lugar de encuentro y relajación. El entorno, los olores, los sabores y el buen hacer del personal de estos baños es una experiencia que nos transporta en el tiempo y hará inolvidable nuestra visita a la ciudad.