El barrio del Sacromonte, encaramado en el monte Valparaíso frente a la Alhambra, es uno de los lugares con más alma de Granada. Sus casas-cueva blancas, sus calles serpenteantes y su herencia gitana lo convierten en un enclave donde historia, cultura y paisaje conviven en perfecta armonía. Más que un lugar, es una experiencia.
Visitar el Sacromonte no es solo tachar un lugar de una lista turística. Es detenerse, escuchar y dejarse llevar por un ritmo distinto. Aquí, la historia no está en los libros: está en la tierra, en los muros de cal, en el quejío del cante y en los pasos de baile.
En una ciudad como Granada, donde cada rincón parece contar una historia, el Sacromonte destaca por no parecerse a ningún otro. Es, sencillamente, uno de esos lugares que no se visitan: se viven.
El Sacromonte es uno de los lugares más singulares y con más carácter de Granada. Su historia comienza a finales del siglo XV, tras la conquista de la ciudad por los Reyes Católicos en 1492.
Con la toma de Granada, muchas comunidades quedaron al margen de la nueva sociedad cristiana. En el valle donde discurre el río Darro —una ladera escarpada y alejada del núcleo urbano— comenzaron a asentarse gitanos llegados desde distintos puntos de Europa en busca de refugio, esclavos liberados o abandonados por los musulmanes en su huida, y otras poblaciones marginadas por motivos religiosos o sociales.
Estas comunidades empezaron a excavar cuevas en la tierra, o a habitar las que ya existían, creando un tipo de vivienda troglodita única. Adaptadas al terreno y al clima, estas cuevas ofrecían abrigo en invierno y frescor en verano. Con el paso del tiempo, este modo de vida se consolidó como una seña de identidad del barrio, y aún hoy forma parte de su esencia.
Durante siglos, el barrio fue un mosaico de culturas y tradiciones. Las familias gitanas aportaron su música, su baile y sus costumbres, que se mezclaron con influencias árabes y cristianas, creando una identidad única. Así nació la zambra, una forma de cante y baile flamenco con raíces moriscas y gitanas, y uno de los símbolos vivos del barrio.
El flamenco, tal y como lo conocemos hoy, tiene una de sus cunas precisamente en estas cuevas del Sacromonte.
A finales del siglo XVI, el monte Valparaíso vivió un acontecimiento que marcaría profundamente su historia y su nombre. En 1595, se descubrieron en unas antiguas cuevas y hornos romanos unas supuestas reliquias de San Cecilio —considerado discípulo del apóstol Santiago y primer obispo de Ilíberis — junto con unas misteriosas placas de plomo escritas en árabe y latín, conocidas como los Libros Plúmbeos. Estos textos, que combinaban elementos cristianos e islámicos, fueron presentados como testimonios del cristianismo primitivo en Granada, aunque posteriormente se demostró que eran falsificaciones creadas probablemente con fines políticos o religiosos.
El hallazgo tuvo un impacto enorme en la Granada del momento, aún marcada por tensiones religiosas tras la expulsión de los moriscos. La noticia fue acogida como un milagro, y dio pie a una gran devoción popular. En los años siguientes se levantaron alrededor de 1.200 cruces en el monte, muchas de ellas impulsadas por gremios de artesanos, como símbolo de fe y peregrinación. De todas ellas, hoy solo se conservan cinco.
En 1600 se fundó la Abadía del Sacromonte, para custodiar las reliquias y organizar la vida religiosa en torno a ellas.
A partir de entonces, el monte Valparaíso pasó a ser conocido como el Sacromonte, es decir, el "monte sagrado", y quedó ligado no solo a la religiosidad popular, sino también a la identidad cultural y espiritual de la ciudad.
En 1633, los franciscanos establecieron un Vía Crucis que unía la ciudad con la cumbre del cerro, terminando en una pequeña capilla dedicada al Santo Sepulcro. El lugar se convirtió en un importante centro de peregrinación, especialmente durante el día de San Cecilio, patrón de Granada.
A pesar de la pobreza histórica del barrio y de su aislamiento durante siglos, el Sacromonte ha conservado una identidad muy fuerte. Hoy es un símbolo de la cultura popular granadina, famoso por sus cuevas, sus zambras flamencas y sus vistas espectaculares de la Alhambra. Un barrio nacido de la exclusión, que con el tiempo se convirtió en patrimonio vivo de Granada.
Pasear por el Sacromonte es recorrer un museo al aire libre. La arquitectura troglodita de las casas-cueva, aún habitadas, da forma a una estética que no encontrarás en ningún otro sitio. Para comprender mejor esta forma de vida, el Museo Cuevas del Sacromonte ofrece una visita a cuevas recreadas con herramientas, mobiliario y escenas de la vida cotidiana. Además, en el museo se realizan exposiciones acerca del flamenco, de la cultura gitana y otros aspectos relevantes de la identidad del Sacromonte.
No debes perderte la Abadía del Sacromonte, construida en el siglo XVII. En su interior se conservan las supuestas reliquias de San Cecilio, patrón de Granada, y los famosos libros plúmbeos. Desde la Abadía, contemplarás una de las vistas más privilegiadas de la Alhambra y de Granada.
Pero el alma del barrio se manifiesta sobre todo al caer la noche, cuando sus cuevas se llenan de música, guitarras y flamenco. Tablaos como Los Tarantos, La Rocío, Venta El Gallo o María la Canastera ofrecen espectáculos flamencos íntimos, muchos en las propias cuevas donde generaciones anteriores vivieron y bailaron. La zambra gitana, con su ritmo hipnótico y su sensualidad ancestral, sigue siendo uno de los mayores atractivos culturales del barrio.
Los miradores del Sacromonte, como el de la Vereda de Enmedio o el de la propia Abadía, ofrecen algunas de las mejores vistas de la Alhambra, especialmente al atardecer. Lejos del bullicio del centro, el barrio invita a perderse sin prisa entre callejones, buganvillas y aire puro.
En el Sacromonte se puede degustar la auténtica cocina granadina. Platos como la Tortilla del Sacromonte —elaborada con sesos y criadillas— conviven con berenjenas con miel, migas y guisos tradicionales.
Algunos tablaos incluyen cena con espectáculo; otros cuentan con terrazas frente al valle del Darro. La mayoría se encuentran en el Camino del Sacromonte o muy próximos a esta vía, como por ejemplo Venta El Gallo, Cueva Los Tarantos, Cueva Zincalé, Cueva la Faraona o Cueva La Rocío.
También en el Camino del Sacromonte se encuentra Casa Juanillo, de cocina típica granadina y andaluza.
Puedes tapear en el mismo Camino del Sacromonte, en el Bar Bocadillería Pibe, donde cada consumición viene acompañada de una tapa, como es costumbre en Granada. El bar ofrece una gran variedad de platos de cocina española, incluso guisos vegetarianos.
Hay otros bares de tapeo, como Los Faroles o Casa Juan Maya.
Para tomar un café, desayunar, o bien tomar una bebida o un snack, el Rincón del Chapiz.
Te recomendamos consultar en internet la disponibilidad, horarios y valoraciones.
Desde el centro de Granada, es un paseo de 25 a 30 minutos por el Paseo de los Tristes y la Cuesta del Chapiz, continuando por el Camino del Sacromonte. O bien por San Juan de los Reyes, subiendo por la Cuestecilla de la Alboreá.
Puedes llegar al Sacromonte desde Plaza Nueva con las líneas C31, C32 y C34. La parada es Cuesta del Chapiz. El trayecto es de unos 13 minutos por la Carrera del Darro.
El Sacromonte cuenta con restricciones al tráfico privado. La mejor opción si deseas ir en coche, es aparcar en el Parking de San Cristóbal (Ctra. de Murcia) e ir andando.
Otra opción es ir en taxi, aunque las tarifas varían según la distancia desde el punto de origen y el horario.
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