Desde la Sala Regia, por una puerta y escalera abiertas en su costado en época cristiana, se accede a otras dependencias del Palacio; a partir de aquí todo está muy modificado.
Se pasa al Patio del Ciprés de la Sultana, escenario de imaginarias leyendas amorosas, que tienen un carácter muy diferente al hispanomusulmán. Una fuente, rodeada por una alberca en forma de «U», provista de surtidores, de época barroca, centra el Patio al que abre una galería a modo de cenador con planta superior, construida entre 1584 y 1586.
Al otro extremo, por la llamada Puerta de los Leones y subiendo una empinada escalera, accedemos a los Jardines Altos del Palacio, también muy modificados al gusto occidental.
Bordeando la parte superior la tapia del Patio del Ciprés de la Sultana, llegamos al arranque de la Escalera del Agua, último vestigio musulmán del Generalife. Por ella se asciende, como haría el Sultán, a intervalos de tres etapas, bajo una bóveda de laureles a cuyos costados, sobre el muro, corren sendos canales de agua siempre fresca procedente de la Acequia Real, creando con su murmullo una atmósfera de meditación y relajación.
Desemboca la escalera en el nivel más alto de la finca, donde en el siglo XIX se edificó un mirador romántico; el lugar posee una de las mejores perspectivas de Granada.
Desde él, descendemos por una moderna escalera provista de pérgola. Una vez en el jardín inferior podemos acceder al mirador que avanza sobre el Patio de la Acequia, provisto también de deliciosas panorámicas.
En un extremo de este jardín se encuentra la Puerta de la Mercería o Puerta de los Carneros, por la que se desciende al inicio del Paseo de las Adelfas. Al fondo, ante una plazoleta que ha conservado una antigua edificación, existe una zona de descanso con agradables vistas de la Alhambra. Ante ella, en un nivel inferior, se encuentran los restos de la Casa de los Amigos, edificio perteneciente al Palacio que fue destruido.
El Paseo de las Adelfas, así llamado por la bella bóveda de esta planta, es el itinerario final de visita al Generalife.
Por último, los siguientes versos están dedicados a ti, amigo viajero que deseas encontrar en el Generalife tu «jardín de jardines».
Sobre este palacio de peregrina belleza,
brilla la grandeza del Sultán.
Brilla su belleza y sus flores,
la lluvia de las nubes le cubre generosamente.
Las manos de sus creadores bordaron en sus lados
bordados que parecen flores de jardín (...)
Ibn al-Yayyab
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