El Patio de los Arrayanes o Patio de Comares. Levantado en parte sobre edificaciones anteriores, se llevo a cabo bajo el sultanato de Yusuf I (1333-1354); con su extremada sencillez, ofrece un ejemplo completo del ambiente típicamente árabe, concebido como síntesis de arquitectura y jardín, aunque los elementos arquitectónicos sean preponderantes. Ocupa una superficie de 36,60x23,50 metros, flanqueada en los lados mayores por dos edificios de altura modesta, y limitada en los otros dos lados por pórticos de una elegante pureza, de los cuales el situado hacia el norte está dominado por la masa maciza de la torre de Comares. Una lámina rectangular de agua, solada de mármol, flanqueada por setos de arrayán, de los que sobresalen naranjos, dirige la vista del extasiado visitante hacia el pabellón real, donde se encontraba el trono del monarca. El ambiente que, por ejemplo Boabdil disfrutaba era: la vista del firmamento, simbolizado en la decoración polícroma de la cúpula que coronaba su trono, y la visión del rico paisaje, presente a través de los huecos laterales de su pabellón; a sus pies, la serenidad de la alberca dispuesta como un espejo de agua, con los reflejos del azul del cielo y del verde relajante del mirto o arrayán; a lo largo de las paredes del patio, una delicada decoración geométrica, inspirada en imágenes naturales.
Hay en el Patio de Comares o de los Arrayanes una felicísima armonía entre la arquitectura, el agua y la vegetación. Es precisamente esta armonía uno de los pilares de todo buen jardín, de esta forma lo convertimos en un pequeño paraíso de los sentidos.
El Patio de los Leones, mandado construir por Muhammad V en el siglo XIV, recibe su nombre de la célebre fuente con pila de mármol, sostenida por doce leones, que se levantan en el centro. La taza de esta fuente tiene una bella inscripción árabe ensalzando el jardín que entonces existía en este hermoso lugar: El agua que al rebosar parece brillantes perlas y líquida plata. Nos vienen a la memoria los cuentos de Las Mil y Una Noches, los Cuentos de la Alhambra, y las notas de la guitarra del maestro Andrés Segovia. Este patio está organizado a base de un patio central, de planta rectangular de 28,50x15,70 metros de lado. Rodean galerías sus cuatro lados y tiene sendas y grandes salas de recepción y estancias abiertas a los lados menores. Triunfan en el patio de los Leones los mocárabes, que invaden capiteles, arcos, frisos y bóvedas. Era la parte más íntima y reservada de la Casa Real de la Alhambra, donde se desarrollaría la vida íntima de los reyes.
El Patio de los Leones era, sin duda, uno de los jardines de la Alhambra lleno de vegetación, elevándose en su centro la fuente. Las aguas que corren por sus estrechos canalillos de mármol para penetrar en las habitaciones a los surtidores regarían los pies de estas plantas. El agua, más aquí que en ningún otro patio de la Alhambra, es fuente de vida y símbolo.
La disposición característica del Patio de los Leones dividido por los dos ejes se inspira en la arquitectura persa. Con sus canales en ángulo recto, sus fuentes, los ríos del Corán, y sus pabellones, el jardín ortogonal representa el orden perfecto del mundo, es decir, el Edén original o Paraíso.
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